mayo 30, 2023
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En el monte Athos, Grecia, se encuentra el monasterio Vatopedi, un lugar sagrado que alberga un tesoro inigualable: el hermosísimo icono de la Virgen María conocido como Panagia Paramythia o Sagrada Consoladora. Este ícono se destaca por su singular representación, que muestra a Jesús y María en un gesto conmovedor, como si la Madre sostuviera la mano de su Hijo para besarla. Sin embargo, detrás de esta imagen, se esconde una antigua tradición que relata un momento muy distinto.
Desde hace siglos, en el monasterio de Vatopedi, se ha seguido la costumbre de colocar las llaves de acceso al monasterio frente a este sagrado icono de la Madre de Dios. Este gesto simboliza el reconocimiento del patronazgo de la Virgen sobre la comunidad monástica. Las puertas del monasterio se abren al amanecer y, al caer la noche, el portero entrega las llaves al Stárets o Maestro espiritual, quien las deposita frente al venerado icono durante toda la noche. Al amanecer, las puertas se abren nuevamente y las llaves regresan a su lugar, frente a la sagrada imagen.
Una mañana, el 21 de enero de 1320, el stárets Genadio se acercó al icono para tomar las llaves y, para su asombro, escuchó la voz de la Virgen María hablándole. Ella le advirtió: «Hoy es mejor que no abran las puertas del monasterio, porque unos piratas vendrán a asaltarlos«. En ese instante, la imagen del Niño Jesús cobró vida y tapó la boca de la Virgen con su mano derecha mientras le decía con voz suave pero firme que no revelara esto a los monjes. El Niño Jesús les recordó que debían enfrentar esta adversidad debido a su relajamiento en la estricta observancia y algunos pecados cometidos. Sin embargo, la Virgen María, intercesora ante su Hijo divino, dulcemente apartó la mano del Niño de su boca y repitió en tres ocasiones las mismas palabras de advertencia al stárets. Este último difundió la alerta del peligro que amenazaba al monasterio.
Los monjes asomaron la cabeza por encima de los muros y constataron que, efectivamente, varios vándalos rodeaban el monasterio esperando su oportunidad para invadirlo y saquear los objetos sagrados. En agradecimiento por la milagrosa intervención de la Madre de Dios, el sagrado icono fue entronizado en la capilla dedicada a la Virgen Paramythia Madre del Señor, ubicada en la iglesia principal del monasterio. Allí, una lámpara permanece encendida frente al icono como ofrenda por el favor recibido.
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